Se cuenta que en la lujuriosa Francia del siglo XVIII, algunos anfitriones obsequiaban a sus invitados con el divertido juego de “El Impávido”. Este consistía en sentar a los caballeros, desprovistos de pantalones y calzón, en torno a una gran mesa redonda con largos faldones que llegaban hasta el suelo. La esposa del anfitrión se introducía debajo de la mesa, y elegía aleatoriamente a uno de los sedentes, introduciéndose entre sus piernas, por debajo del faldón, y procediendo a practicarle una fellatio. De este modo, y sucesivamente, la dama iba probando todos y cada uno de los penes de los invitados sin ser vista desde la parte superior de la mesa. El objeto del juego, era adivinar quien estaba siendo en cada momento objeto de la succión, basándose únicamente en el rostro de los participantes, que, como el propio nombre del juego indica, habían de permanecer “impávidos” para ocultar su condición de “felados”. Cuando alguien creía descubrir que otro jugador estaba siendo objeto de...
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